Opción por los machos u opción por las mujeres

El 12 de octubre de 1992, Ricardo Juanicotena, 36 años, marplatense, basquetbolista, gran simulador, mató a su esposa de un tiro en la cabeza. Fue condenado a reclusión perpetua, en fallo unánime, dos años después.

Purgó condena en la Unidad Penal 15 de Batán hasta que, en marzo de 2010, el gobernador Daniel Scioli le conmutó la pena y recuperó su libertad. Murió hace unos días, de un paro cardíaco, mientras jugaba al básquet en la liga de veteranos.

¿Por qué Scioli le conmutó la pena? Las razones no se conocen porque el Decreto respectivo (3190/09), fue publicado el 19/3/2010 en el Boletín Oficial de la provincia sin los fundamentos, solo con el título. Incluso el tema motivó un pedido de informes del entonces diputado provincial Jaime Linares (GEN), que nunca se trató.

Por lo visto, al gobernador le pareció suficiente que Juanicotena haya cumplido la mitad de su condena por un delito de esta naturaleza, que, dicho sea de paso, en las estadísticas suele consignarse como homicidio, cuando en rigor es un claro caso de femicidio.

Las especificidades del femicidio varían de acuerdo con el espacio social en el que ocurre. En el privado, el victimario suele ser algún conocido de la víctima, incluida su pareja (como en este caso).

Según una encuesta realizada para el último informe regional de Desarrollo Humano del PNUD (Seguridad ciudadana con rostro humano: diagnóstico y propuestas para América Latina – Encuesta LAPOP-PNUD 2012), un tercio del total de las mujeres que han sufrido violencia de género ha sido victimizada en su propio hogar.

Según el PNUD, el crecimiento de los femicidios es particularmente preocupante en la región, sobre todo por su invisibilización y por el nivel de impunidad que ha caracterizado el seguimiento y procesamiento de estos casos. Por tal razón, recomienda impulsar la modificación de las condiciones estructurales, normas sociales y patrones culturales que sirven para legitimar y reproducir esta y otras formas de violencia en contra de las mujeres, así como garantizar la efectiva aplicación de las leyes vigentes en la materia.

Lamentablemente, el gobernador Scioli, tan preocupado siempre por la violencia, no ha contribuido con esta decisión tan poco trasparente, a combatir este tipo de casos, convertidos ya en un obstáculo para el desarrollo humano, la salud pública y los derechos humanos (PNUD dixit). Por el contrario, su decisión refleja una clara señal de selectividad al momento de tratar con víctimas y victimarios, algo así como una opción por los machos, en el peor sentido en que suele interpretarse esta palabra en el saber popular.

Para el bien de todos, pero especialmente de las mujeres, sería deseable que en su camino hacia la presidencia, el gobernador candidato reflexione sobre este tema y de señales claras de que, en caso de llegar al sillón de Rivadavia, su opción va a ser por las mujeres y no por sus asesinos.