Estos días han sido fértiles en novedades en torno a los procesos electorales en curso, que me parece oportuno compartir con ustedes, barnizadas con algunas reflexiones.

1.

El domingo 14 fueron las elecciones para elegir autoridades locales en la provincia de Santa Fe. Al igual que en las PASO, el resultado fue muy parejo entre los dos primeros candidatos (Miguel Lifschitz por el Frente Progresista y Miguel del Sel por el PRO), con el agregado, en este caso, de un tercer candidato que quedó muy cerca (Omar Perotti del FPV).

Esta partida dio lugar a una serie de denuncias por un supuesto fraude, efectuadas por las dos fuerzas perdedoras (PRO y FPV), al que, llamativamente -o no tanto-, se sumó el FIT.  No voy a ocultar mi simpatía por el Frente Progresista porque sería deshonesto con ustedes. Además, esa simpatía me obliga a ser muy riguroso en el análisis de los hechos denunciados. No vaya a ser cosa que sean ciertos porque ahí se acabaría mi simpatía. En el país en el que yo quiero vivir, nada justifica un fraude, lo haga quien lo haga.

Lo que pude constatar a partir de diversas fuentes de información y del chequeo de lo que fue apareciendo en los medios de comunicación y en las redes sociales, es que estaríamos frente a errores propios de cualquier escrutinio provisorio, relacionadas casi todas ellas con la confección de las actas y los telegramas de los comicios o a errores en la transcripción de los resultados (que perjudicaba azarosamente a todos los candidatos) en la página web informativa. A eso se le suma un conjunto de mesas cuyos votos no habrían sido contabilizados en el escrutinio provisorio. Nada que no suceda en cualquier elección normal o no tenga solución en el escrutinio definitivo, que es el único acto sobre los resultados electorales con validez legal.

No hay un solo indicio que permita presuponer la existencia de un fraude. Por otra parte, pensemos un minuto. Sería ridículo que alguien hiciera fraude tergiversando la información que surge de los mismos telegramas que se publican en la misma página web informativa. Hasta donde yo conozco, los fraudes se hacen antes, llenando las urnas de votos, y no agregando a una página web votos que no están ni en las urnas ni en los documentos de los comicios.

Es cierto, el volumen de votos que falta contar en el escrutinio definitivo es muy superior a la diferencia que existe entre los tres primeros candidatos, por lo que el resultado final podría llegar a variar. Pero eso de ningún modo habilita a calificar como “fraude” los errores detectados en el escrutinio provisorio.  Hacerlo refleja una irresponsabilidad mayúscula porque antes que desacreditar al opositor desacredita al sistema democrático, generando en la ciudadanía una sensación de desconfianza en las instituciones.

2.

Acá llegamos al otro tema que -me parece- está detrás del lío que armaron. Me refiero al sistema de boleta única por categoría instaurado por el Partido Socialista en la provincia de Santa Fe. Cuando fui diputado presenté un proyecto en el mismo sentido para las elecciones porteñas. Finalmente, se optó por el modelo de boleta sábana única (todas las categorías en una misma boleta), con el que votaremos el 5 de julio (volveré sobre esto más adelante).

La ventaja del sistema santafesino es que permite que el ciudadano arme su propia lista ya que puede elegir una opción diferente para cada categoría, como quedó demostrado en estas elecciones (gobernador del PRO, diputado del Frente Progresista, senador del FPV, intendente del Frente Progresista y concejal de Ciudad Futura, por ejemplo). Si bien esto también se podría hacer con la lista sábana con la que hemos votado todos estos años, su implementación es muy difícil y trabajosa. Este sistema no induce a eso. La boleta única por categoría sí.

Algunos creen que esta inducción es perjudicial para el sistema de partidos políticos y beneficioso para la personalización de la política. Para mi es un baño de realidad, en la medida que permite que el electorado ejerza su voto con mayor libertad. Finalmente, la empatía de los candidatos con los votantes siempre fue un ingrediente presente e importante en la decisión del voto. Bajo cualquier sistema de votación, elegir un candidato antipopular o poco atractivo porque es una decisión del “partido” nunca trajo buenos resultados. Y menos en estos años.

Es cierto, pesan menos las lógicas partidarias y puede exacerbarse la tendencia de los candidatos populares de no escuchar a sus bases partidarias y aliadas. Pero estas cosas ya pasan, anteceden a cualquier sistema de votación, no son causadas por él. Por el contrario, es bueno que el sistema electoral deje al desnudo esa lógica de operación.

Por otra parte, el modelo santafesino permite que la pluralidad política se exprese en toda su amplitud. El ejemplo de voto que puse más arriba no es para nada descabellado, aunque a primera vista nos pueda parecer incoherente. En todo caso, nuestra labor ya como militantes políticos, ya como analistas es entender la lógica que hace que esto suceda, en vez de cuestionar el sistema que permite expresarlo.

¿Quién ganaría la provincia de Buenos Aires si existiera la boleta única por categoría? ¿Serían los mismos que la ganan con el sistema de votación actual? Apuesto mil que no, que habría varias sorpresas. Por eso se niegan a cambiarlo. Y por eso también es de tan mala calidad el sistema institucional del conjunto de esa provincia (el provincial y las intendencias).

El sistema actual favorece la lógica clientelar, como se decía antiguamente, la lógica parroquial. Y, al igual que la boleta sábana única -que vendría a ser su aggiornamento- limita la libertad de los ciudadanos a la libre elección de los (que considera el elector) mejores candidatos para cada categoría en juego.

Por último, este sistema favorece la emergencia de fuerzas minoritarias que combinando pertinencia temática con buenos candidatos, pueden alcanzar buenos resultados. Así lo estarían reflejando las elecciones en la ciudad de Rosario, donde diferentes expresiones de izquierda se llevaron 4/5 de los 15 concejales en juego (mientras sacaron muchísimos menos votos en la categoría de intendente). Escenario imposible con el sistema anterior.

Sin duda, quien gobierna siempre prefiere tener menos amplitud de opciones, pero eso no puede ser a costa de cercenar la libre voluntad de expresión del electorado. En todo caso, deberá esforzarse un poco más y poner en juego su temple democrático.

Esperemos entonces que la discusión en torno al resultado en las elecciones santafesinas no derive en una deslegitimación del sistema de boleta única. Quizás sí haya que pensar algunas reformas adicionales como el balotaje en los cargos ejecutivos y/o el voto electrónico.

3.

Dije antes que el 5 de julio próximo, los porteños estrenaremos el sistema de boleta electrónica sábana única. En principio, no me parece la mejor opción. Sin embargo, la introducción del voto electrónico mitiga, en parte, los inconvenientes que tiene este sistema cuando se practica con la boleta de papel (muy parecidos a los que tiene el sistema de boleta con el que votamos hasta ahora), y lo asemeja más al sistema de boleta única de Santa Fe. Hagan el ejercicio ustedes mismos en el simulador.

Lo preocupante es el desconocimiento que la mayoría de los habilitados para votar el 5 de julio tienen sobre esta nueva modalidad de votación así como el escaso tiempo para la debida capacitación de las autoridades de mesa y los fiscales.

Es cierto que, en principio, no parece muy complejo votar de esta forma pero es un cambio tan radical en relación a cómo lo hicimos en los últimos 32 años, que requiere una instrucción previa (tanto de los votantes como de las autoridades de mesa y los fiscales) para que el acto electoral se desarrolle con normalidad y sin demoras. Esperemos que así sea, a pesar de todo. Por lo pronto, como un aporte a la causa, además del simulador que deje más arriba para que practiquen, cualquier duda pueden escribirme a rafagentili2013@gmail.com.

(Esta nota fue publicada en el portal www.nuevaciudad.info el 19/06/2015).