La pasobolsa y la centroizquierda

Con estas profundas palabras, Julio Cobos dinamitó lo poco que quedaba de la fallida experiencia de UNEN, y abrió la puerta al acuerdo que, desde hace meses, vienen tejiendo sus correligionarios Ernesto Sanz y Gerardo Morales con el Frente Renovador de Sergio Massa (y, eventualmente, Mauricio Macri).

Es probable que este cambio de posición esté influenciado por la muerte de Alberto Nisman y las presiones que, desde diferentes grupos de interés, se están ejerciendo sobre toda la dirigencia de UNEN para que acepten confluir, en una PASObolsa, con todo el arco opositor. También que su cambio no haya sido gratis: han empezado a circular rumores de que podría ser él –y no Sanz- el candidato presidencial de la UCR.

Ante esta “novedad” no queda claro qué harán el Partido Socialista, el GEN, Libres del Sur y Proyecto Sur. Las opciones que tienen son, apenas, dos: sumarse a esta nueva Alianza o reflotar el FAP (Frente Amplio Progresista) y presentar su propia candidatura presidencial.

En términos de poroteo electoral, puede ser que la primera opción sea más conveniente. En términos políticos, que es lo que a nosotros nos interesa, eso sería un magnífico desastre para el futuro del ya golpeado espacio de centro izquierda.

¿Qué sentido tiene haber resistido todos estos años los embates de cooptación del kirchnerismo, para terminar abrazados a Massa y a Macri? ¿Qué hechos sustentan que los límites que el neodesarrollismo vigente ha evidenciado tener para alcanzar mayores niveles de igualdad, pueden superarse aliados a partidos políticos que reivindican un ideario desarrollista?

¿Será que la centro izquierda como ideario político-ideológico perdió su razón de ser? Porque nadie en su sano juicio puede pensar que ellos pueden estar representados en este rejunte opositor.

Soy de los que creen que, aún cuando haya que hacer un refresh conceptual, el ideario de izquierda democrática es muy pertinente para afrontar los tiempos que vive el mundo y dar respuestas a las necesidades ciudadanas.

Es más, el dilema de estos tiempos es que la pelea política está volcada (perdón por ser tan arcaico) a la derecha, pero la solución de los problemas reales que padecen los hombres y mujeres a la intemperie requiere de ideas y propuestas (nuevamente, perdón) que están a la izquierda.

El kirchnerismo, con una agenda con componentes progresistas y una vocación de poder embriagadora y corrupta, ha sido muy hábil manejando este dilema. Y eso muchas veces ha generado confusión en algunas buenas conciencias de uno y otro lado.

Por su parte, el elenco estable del espacio de centro izquierda ha demostrado tener poca destreza para lidiar con este dilema, mimetizándose con los reclamos del resto de la oposición, como si tuvieran vergüenza de defender sus posiciones o ser sospechados de kirchneristas. También han caído en la tentación de hacer acuerdos electorales contra natura (eso fue UNEN, siempre) para acceder a espacios institucionales en los que después ni siquiera se lucen.

Ahora –aunque no se lo merezcan demasiado- la coyuntura les ofrece la oportunidad de salir por arriba de la encerrona y quedar relativamente bien posicionados para el crucial debate de la Argentina pos 2015. Pero para eso necesitan diferenciarse de uno y de otro, con ideas claras (una gimnasia que han abandonado en los últimos años). Necesitan firmeza y audacia. Necesitan elegir candidatos que puedan enamorar a su electorado, no solo por lo que dicen sino también por cómo lo dicen. Y deben hacerlo rápido. Cada día de indefinición hace todo más difícil.

Pese a los intentos de cooptación del kirchnerismo y de disputa de agenda política, la centro izquierda tuvo, en estos años, buenos resultados electorales, en los principales distritos del país y en las presidenciales del 2011. Incluso llegó a ganar dos gobernaciones provinciales (Tierra del Fuego y Santa Fe) y tener representación en el Senado nacional.

(Esta nota fue publicada en el portal www.nuevaciudad.info el 12/02/2015).