A pedir de Boca

La semana pasada, en trámite exprés y sin debate en comisión, el Consejo del Plan Urbano Ambiental (CoPUA) dio su conformidad a un proyecto de ley impulsado por diputados del Pro, que es el primer paso para transferir al Club Boca Juniors los terrenos remanentes de Casa Amarilla.

Se trata de algo más de 2 manzanas que actualmente funcionan como plaza y espacio público y que originalmente estaban destinadas a la construcción de vivienda social.

Un inventario a mano alzada del destino que han tenido las 12 manzanas de este predio ferroviario conocido como “Casa Amarilla” (que pasaron a ser propiedad de la Ciudad en 1981), es una buena síntesis de las prioridades de políticas públicas (con sus beneficiarios y perjudicados) que los sucesivos gobiernos locales han tenido en estos 30 años de democracia: Carlos Grosso cedió gratis 4 manzanas y media al Club Boca Juniors y 1 manzana a la empresa Almagro Construcciones; Fernando de la Rúa destinó 1 manzana para la construcción de vivienda social (Conjunto Irala); y Aníbal Ibarra destinó una parte menor para instalaciones educativas y la mayor parte a la construcción de vivienda social. Esta última decisión generó un fuerte rechazo vecinal por la falta de infraestructura urbana y de espacio verde para absorber el incremento poblacional que ese proyecto implicaba para la zona. En este conflicto, los vecinos lograron transformar algo más de 1 manzana en espacio verde y que el proyecto de vivienda social quedara suspendido.

Ya en la gestión de Mauricio Macri, gracias a un amparo interpuesto por adjudicatarios de las viviendas proyectadas por Ibarra, el gobierno accedió a destinar una manzana a la construcción de vivienda social. El resto de las tierras disponibles (las 2 manzanas que mencionamos al principio) eran propiedad del Instituto de la Vivienda de la Ciudad hasta que en el año 2010, en el mayor de los sigilos, este organismo se las transfirió, en forma gratuita, a la Corporación Buenos Aires Sur, habilitando de esta manera la posibilidad de que sean vendidas libremente.

El proyecto que acaba de obtener el visto bueno del CoPUA prevé cambiar la zonificación de esos terrenos: de residencial pasaría a ser E4.56 “Estadio y Complejo Deportivo Club Atlético Boca Junios”. De esta manera, ya no se haría vivienda social ni tampoco se mantendría como espacio verde público (que es lo que piden los vecinos). Por otro lado, su valor de venta sería incierto, dado que tendría un único destinatario y no habría indicadores de capacidad constructiva ni variedad de usos que determinen el precio a pagar. Valdrá lo que el club xeneize quiera pagar.

Este proyecto refleja con exactitud la idea que la actual comisión directiva del club expuso hace unos años en la Legislatura, y que consiste en hacer un estadio de fútbol más grande en esos terrenos y transformar la Bombonera en un estadio cubierto, todo lo cual requeriría una inversión de 100 millones de dólares.

De prosperar esta iniciativa, el final de la historia sería que el 60% de las 12ha de tierras de “Casa Amarilla” habrían quedado para Boca Juniors, el 25% para vivienda y el resto para espacio público e infraestructura escolar. Y ello sin contar que los que habitan esas viviendas debieron pagar por ellas, mientras que el Club, la marca más lucrativa del fútbol argentino, obtuvo gratis las tierras que ya tiene.

Pero déjenme volver a otro dato que aquí mencioné y que me parece muy relevante. Todos sabemos las dificultades que tienen amplios sectores de la sociedad, aun de clase media, para acceder a una vivienda propia e incluso para hacer frente al alquiler. Pese a eso, el Instituto de la Vivienda de la Ciudad subejecuta año tras año el dinero que tiene para revertir la situación y, además, ¡se da el lujo de descapitalizarse!, desprendiéndose de tierras de su propiedad, gratis.

No se trata de un error o de ineficiencia de gestión sino de una decisión política que evidencia una opción ideológica muy clara: los problemas de vivienda los resuelve el mercado no el Estado. Aunque, en el caso del proyecto que comentamos, ni siquiera eso.

Volviendo al tema, quizás vaya siendo hora que la dirigencia boquense dejé de pensar proyectos de expansión basados en la generosidad de los gobiernos de turno y, al igual que lo hizo la dirigencia del club San Lorenzo de Almagro, piense cómo recuperar aquellos terrenos que alguna vez fueron suyos. Me refiero a los terrenos de la ex Ciudad Deportiva de La Boca, donde perfectamente se podría construir el estadio a la medida de sus necesidades, sin perjudicar a nadie. Les costaría un poco más caro, es cierto. Pero dejarían de ser soluciones a costa del patrimonio común de todos los que hacemos la Ciudad.